Que si estaba enamorada





Y su amiga Elisa, al ver el semblante que llevaba aquel día le preguntó si estaba enamorada. 

Su amiga no entendió el porqué de su silencio. Ella que siempre tiene algo que replicar o cualquier cosa que decir. 

A su amiga le resultó gracioso que a alguien a quien le gusta tanto filosofar se quede sin saber qué decir ante semejante pregunta. Pero de gracioso tiene bien poco, o eso debe pensar Victoria, en estos momentos. Sin embargo, ella cree que no contestar no es nada malo. Pues más vale un silencio sincero que una cadena de palabras sin pies ni cabeza. Sin argumento ni trasfondo del bueno.

Que si estaba enamorada. Esa era la cuestión que de lejos le espantaba. No porque no supiese contestarla, sino porque el adjetivo enamorada tiene un significado que, según Victoria, no puede explicarse con palabras. ¿Cómo iba a atreverse a responder tan compleja pregunta? Ni por asomo.  Y aunque no supo contestar, la pregunta le dio mucho que pensar. 

Que si estaba enamorada, le preguntaron. No respondió. Y se hizo el silencio. Pero por un momento se imaginó sosteniéndole la mano y la respuesta se dibujó automáticamente en su mente. Una media sonrisa se apuntó en sus finos labios.



Ella, que no cree en ideales de cuento ni tampoco en lo que dura un pestañeo, sabe mejor que nada, que con él sí lo que con nadie nunca.

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