Me dan miedo las alturas











Cariño, voy a amarte como nunca te han amado y te voy a llenar de poemas los bolsillos. 

Al lado de tu pequeña púa gastada voy a enrrollarte las letras, bajo la costura de la abertura de tu camisa, y tú, tú te vas a morder las uñas pensando en lo seria que me estoy poniendo  cada vez que doblas la hoja, y te vas a reír, -pero a viva voz-, porque nunca creíste salir con alguien como yo, tan deshecha, pero tan feliz y con la cabeza tan llena de pétalos. 

Y ojalá no te arrepientas alguna madrugada cuando voltees hacia el suelo para encontrarme, cuando mi voz empiece a agrietar como el cristal, como soneto mal hecho, como recuerdo de la niñez, como un mal almuerzo, incompleta, como cielo sin nubes.

Voy a caminar con soltura con hilo rojo  cuando estés lejos, sin tambalear en la acera, y tú, allá, donde estés. Y vas a leer esos poemas, y tal vez te acuerdes de mis expresiones mientras lo haces, y ojalá, ojalá te acuerdes de mi sin leerlos también. 

Dejar en vergüenza al amor cotidiano, tirarte del cabello, contar tus pestañas, llorar, porque lloro, porque lloro mucho. 

Porque soy como una pequeña y hago berrinches, pero seguir mirándote, después de todo, porque te quiero, y qué bueno que te quiero, porque me haces usar paracaídas y eso que me dan miedo las alturas

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