Después de tanto tiempo, se volvieron a encontrar.
Ella seguía siendo tan alegre como siempre y él seguía pasando por la vida como si nada le importase.
- Y... ¿Disfrutabas pasar el tiempo conmigo? - le preguntó él.
- Si - contestó ella firmemente con esa mirada feroz que ponía cuando estaba completamente segura de algo.
- Entonces, ¿Porqué te alejaste? - inquirió curioso.
- Me alejé de ti porque el ese mismo motivo: porque adoraba cada segundo que pasaba junto a tí. Cada pequeño momento, cada efímero instante que me fuera posible lo deseaba compartir a tu lado. Y creo que fue ese tu problema, te acostumbraste demasiado que fuera yo quien te buscara siempre y no tú, y eso cada vez me dolía más. Te quería tanto que me conformaba con las migajas de tiempo que me ofrecías, pensaba realmente que debía luchar por ambos y que no importaba que sólo fuera yo quien lo hiciera.
Ambos se miraron a los ojos y se quedaron callados. Ella, que siempre callaba a todo, sumisa y obediente, había roto las cadenas que la ataban, había cortado todo contacto con el pasado.
- Y me di cuenta de algo - prosiguió ella - Debía alejarme. Valía mucho más que aquello y no podía estar con alguien que me hiciera sentir que yo era siempre lo segundo en su lista.
No hay comentarios :
Publicar un comentario